Mark Ruffalo es conocido por interpretar a uno de los héroes de acción más aclamados del cine. Un gigante verde y enojado que lucha contra el crimen y, al mismo tiempo, con su mal temperamento. Lo que pocos saben es que en la vida real, el actor que da vida a Hulk es un activista heroico que lucha contra el cambio climático.
Sigue a Cambia.pe en Facebook.
Hace poco, fue galardonado por su impecable labor en la Universidad de Dickinson. En Grist.org, escribe sobre su experiencia y sobre lo que le motiva a dedicar su tiempo trabajando con el medio ambiente:
En una película reciente, interpreto a un tipo que se convierte en alguien bastante formidable cuando se enoja. En la vida real, también me enojo. Me enoja que todavía estemos debatiendo sobre el cambio climático y que a pesar de la evidencia científica, aún existen aquellos que ignoran los hechos. Me enoja que estamos investigando constantemente sobre combustibles fósiles para alimentar nuestra nación, cuando una mejor inversión en energía renovable genera trabajos, estabilidad energética y la sostenibilidad de la vida tal y como la conocemos.
Pero sobre todo, me siento esperanzado porque creo que la corriente está cambiando, y muchos -especialmente los jóvenes- entienden la amenaza existencial a la que nos enfrentamos y están dispuestos a hacer algo al respecto.
Las buenas noticias son que no necesitamos a un poderoso superhéroe que proteja nuestro planeta. Necesitamos educación y un movimiento colectivo bien encaminado. A los estudiantes de todo el país avanzan a través de las etapas de graduación, luchando con lo que viene después, quiero recordarles todo el poder que tienen y la responsabilidad que cargan.
Ninguna otra generación será llamada de manera tan extrema e inmediata para formar parte de tan grande y monumental tarea. Es un momento emocionante para estar vivo. Es un momento con propósito. Es un momento en que nuestros valores como seres humanos pueden entrar en foco.
Recientemente viajé a la Universidad de Dickinson para recibir el Sam Rose ’58 y el Premio Julie Walters para el Activismo Ambiental. Vi a una universidad que sumerge a sus estudiantes en el conocimiento del medio ambiente y su impacto en él. Conocí a jóvenes que estaban muy conscientes de los retos ambientales del futuro, comprometidos a vivir de forma sostenible, y lo suficientemente creativos para encontrar soluciones. Y quizás aún más impresionante, es que me enteré de un programa donde los estudiantes entrenan voluntarios para supervisar los cursos de agua y recoger los datos, un programa me gustaría ver extendido en todo el país.
Le recordé a los estudiantes de Dickinson que «activista» no es una mala palabra. Tienen que desafiar el status quo. Pelear con el sistema.
Me convertí en un activista hace unos años, cuando un buen amigo me llevó a Dimock, Pensilvania, y me encontré con residentes preocupados porque el fracking en su comunidad estaba contaminando el agua potable. Estaban siendo ignorados, y me pidieron que sea su voz.
Luego de esa reunión, llegué a casa, me recosté en la cama y pensé en lo que debería hacer. Me hice a mí mismo una pregunta crucial: «Ruffalo, ¿eres realmente quien dice ser?». Hablé mucho sobre la justicia y la importancia de la comunidad. ¿Lo decía en serio?
Ese encuentro me llevó a un viaje que continúa hasta hoy. No es suficiente oponerse a los combustibles fósiles y al fracking. Tenemos que apoyar una solución energética para todos los estados de este país. Es por eso que estoy trabajando con el Proyecto Soluciones, una organización que trabaja con datos para lograr la transición del 100% de energía renovable para todos los estadounidenses al 2050.
No cometan errores. Estamos en una carrera contra el cambio climático. Si no hacemos cambios dramáticos pronto, no importará a qué facción política estemos alineados o cuánta riqueza tengamos. Necesitamos más activismo de base y compromiso para vivir nuestros valores. No necesitamos un superhéroe, pero tal vez sí necesitamos más gente que se enoje y convierta ese sentimiento en una acción.
