Por Jack Lo

Ir a todos lados en bicicleta no me hace ni más ni menos que nadie. Lo que sí me hace es más pegajoso y sudoroso, y en verano hasta más oloroso que la mayoría de gente con la que me reúno. Antes me obligaba a llevar otra muda de ropa en la mochila y a ponerme un casco que en verano me hace ver como un chupete derretido y en invierno como un marciano cabezón. Ahora dejé la muda y decidí manejar con el torso desnudo y enseñar mis bracitos amarillos. El que va en bicicleta siempre está expuesto a hacer el ridículo. Y más en Lima, donde los carros tienen la preferencia, inclusive cuando van en contra. He terminado en el suelo varias veces por gente que abre las puertas de sus autos sin antes mirar quién viene atrás. Pero bueno, gajes del oficio. Lo peor no es el dolor físico, sino las reacciones: no te miran o se van corriendo gritando del susto. Como si nunca hubieran visto a un chino. En el Perú, (parece que) el más pequeño siempre tiene la culpa, y en la bicicleta todo se siente doble. El viento, la tierra, los baches, el humo de los carros, la garúa. Hasta las heces de los pájaros.

 

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Hace seis años, la bicicleta se convirtió en mi mejor opción para moverme. No tenía para taxis y las combis me marean. No estaba consciente del cambio climático ni los efectos de la contaminación en nuestra salud. Solo quería ahorrar un poco de plata para poder comer y tomarme mis chelitas. Y así, sin darme cuenta, le fui dando sentido a cruzar toda la ciudad en dos ruedas. Ahora no puedo vivir sin una. Cuando estoy sin bicicleta me siento vacío, como si me hubieran cortado las piernas. En la bicicleta fui conociendo mejor la ciudad. La empecé a querer. A soportar sus baches y sus humores. Conocí lo que es pasar del amor al odio en lo que dura un semáforo. Empecé a darme cuenta por dónde sale el sol. Ahora tengo claro dónde están los vendedores de maní confitado. Me sé de memoria los horarios de las bodegas. Aprendí a respetarme y respetar mucho más a los demás. Quisiera cambiar Lima un poquito, hacerla más caminable, bicicletable y amable.

Con la bicicleta tal vez no se solucionarán los problemas profundos que tenemos en la ciudad. Tampoco creo que nos convirtamos en Ámsterdam en los siguientes 20 años. Promover el uso de la bicicleta tiene que ir de la mano con un plan que incluya el mejoramiento del transporte público, mayor seguridad ciudadana y empezar por mirarnos más y mejor entre todos nosotros. Chapa tu bici y permítete sudar un poquito, vas a ver que es un vicio.

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(Pido perdón si en algún momento fui muy rápido en la ciclovía y te asusté. Perdón por subirme a la vereda cuando tuve miedo que un carro me atropelle. Por mandarte lejos cuando me reventaste el claxon en la cara. Por ser intolerante con los carros que te botan todo el humo negro en la cara. Por ir sin luces. Por cruzarme la luz roja cuando he estado apurado. Por casi haberte lanzado la bicicleta en la cabeza. Perdón peatón, por no haberte dado el paso cuando tú debes ir primero que todos.)

 

Foto: Víctor Idrogo

Ilustraciones: Otto Alegre

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