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Botar la comida no sólo es un problema económico y social sino también ambiental, según lo demuestra el estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicado el día de ayer, miércoles 11 de septiembre.
Aproximadamente 1 300 millones de toneladas de productos alimentarios se pierden cada año, casi un tercio de lo que se produce en total.
“La huella del desperdicio de alimentos: impactos en los recursos naturales” es el nombre del estudio que revela las consecuencias del despilfarro de alimentos en el clima, el uso del agua, del suelo y la biodiversidad.
Si un alimento no llega a su consumidor final, toda su inversión (de agua, tierras, etc,) habrá sido en vano. Además, si los alimentos desechados no son tratados adecuadamente pueden emitir grandes cantidades de gases tóxicos.
Las cinco manifestaciones del impacto del desperdicio de alimentos
El impacto que genera la pérdida de los alimentos se manifiesta de diversas formas.
A través de la huella de carbono, la huella de agua, las tierras desperdiciadas y el cambio en la biodiversidad del lugar en donde se produjeron dichos alimentos.
Para hacer el cálculo de la huella de carbono se toma en cuenta las emisiones de CO2 y las emisiones equivalentes de otros gases de efecto invernadero.
Se toma en cuenta desde los fertilizantes nitrogenados que se utilizaron para plantar el producto hasta el tractor que quema combustible que se utilizó para cosecharlo.
En números, la huella de carbono se eleva a 3,300 millones de toneladas de CO2 equivalente. Esto corresponde al doble de la huella de carbono de Estados Unidos o China.
Los alimentos que más agua consumen y, por lo tanto, generan una huella de agua más grande, son las frutas y vegetales, los cereales y los productos de origen animal. Es sorprendente el volumen de despilfarro de agua que causan: equivalente al caudal del río Volga, en Rusia.
La extensión de tierras que se utilizaron para hacer crecer alimentos que no fueron comidos también es considerable: en 2007 ocupó casi 1,4 millones de hectáreas, casi el 28% de superficie agrícola del mundo.
Respecto al impacto generado en la biodiversidad, hay que enfocarse en la fase de producción agrícola. Es ahí cuando se generan las mayores alteraciones en el ecosistema y la amenaza de especies.
¿Cómo se desperdicia la comida?
El desperdicio de comida de cada país varía según su nivel de desarrollo.
En los países desarrollados, el desperdicio ocurre en las fases de producción, procesamiento, distribución y consumo.
En las regiones de ingresos medios y altos, la poca planificación de las compras, la exagerada reacción a las fechas de caducidad y las normas estéticas y de calidad impuestas por los minoristas llevan a la pérdida de alimentos que pueden perfectamente ser consumidos por humanos.
En los países en vías de desarrollo, la comida se desperdicia en la fase agrícola, en la manipulación y el almacenamiento después de la cosecha.
En las zonas más pobres, la pérdida es ocasionada por limitaciones estructurales: la cosecha puede perderse debido a un problema de transporte, infraestructura de almacenamiento o deficiencias en los sistemas de refrigeración.
Posibles soluciones
Las recomendaciones de la FAO para evitar el desperdicio de alimentos se concentran en equilibrar de manera más precisa la oferta y la demanda, de forma a no sobre exigirle a la tierra, recursos para la agricultura o la ganadería.
En caso hubiera una sobreproducción de alimentos, estos deberían donarse. Si los alimentos han caducado, la alternativa es darlos a animales que, de otro modo, consumirían otros recursos.
La organización propone la recuperación de energía y nutrientes a través de digestión anaeróbica y compostaje.
Y la opción menos recomendable es la de echar los desechos en vertederos, pues emiten gas metano, un tipo de gas de efecto invernadero.
Fuentes:
http://www.fao.org/docrep/018/i3347e/i3347e.pdf.
http://www.fao.org/docrep/018/i3342e/i3342e.pdf
