El sector cafetalero libra una barralla contra la roya, un hongo que ya ha impactado negativamente a 260 000 hectáreas de café en el país, más del 50% del área total dedicada a esta planta, señaló un reciente artículo del diario El Comercio.
Este problema, sigue el artículo, es sólo uno de los tantos relacionados al cambio climático por los que atraviesa (y atravesará) el Perú ya que la plaga está íntimamente relacionada con las bruscas variaciones en las precipitaciones y las temperaturas más altas que tienen estas zonas.
“Se estima que un 7% del Producto Bruto Interno nacional y un tercio de la Población Económicamente Activa están asociados a actividades productivas consideradas sensibles al cambio climático como la agricultura, la pesca, la energía, la ganadería, el turismo y la minería” señala la autora, Cecilia Niezen.
La actividad más afectada de todas sería la agricultura, pues para el 2040, la pérdida podría ser de hasta el 25% del PBI Agrícola, indica un estudio realizado por el Ministerio del Ambiente. Se perdería el 18% del PBI actual, que corresponde a casi S/. 39 000 millones.
El sector energético también sufriría las consecuencias del cambio climático. Esto se debe a que dependemos grandemente de centrales hidroeléctricas para la producción de energía.
Esta dependencia hacia las centrales está cerca del 65%, a pesar de que hay intentos de usar gas natural para generar energía, precisó Pedro Ferradas, gerente del programa de Gestión de Riesgos y Adaptación al Cambio Climático de la ONG Soluciones Prácticas.
Medidas para remediar problema:
Para remediar los problemas que están por venir se hace necesario tomar medidas desde hoy. Así, para el 2012, la inversión pública destinada a la adaptación al cambio climático fue de S/. 911 millones.
Lo que se busca es que todas las iniciativas vinculadas al desarrollo tanto a nivel regional como sectorial, incluyan elementos de adaptación al cambio climático. Así, por ejemplo, la construcción de un puente debería asegurar su resistencia a fenómenos climáticos extremos tales como inundaciones.
Independientemente de la suma asignada, lo que se debe tener en cuenta, asegura Ferradas, es la creación de condiciones que permitan reducir progresivamente la vulnerabilidad de las poblaciones y los distintos sectores económicos.
En otras palabras, reaccionar ante las emergencias no es suficiente. En el caso del sector agrícola, la adaptación debería traducirse en la implementación de sistemas de riego tecnificado para no depender de la lluvia, cada vez más impredecible.
En cuando a las heladas y las temperaturas extremas en general, conviene investigar e implementar el cultivo diversificado.
Lee el artículo completo de El Comercio en http://www.spda.org.pe/_data/archivos/20131007183915_2.pdf