El glaciar de la Maladeta, situado en el municipio de Benasque (Huesca) y uno de los principales de los Pirineos españoles, ha perdido el 50 % de su superficie desde 1991, según los datos del Programa de Evaluación de los Recursos Hídricos procedentes de la Innivación (ERHIN).
Los estudios de este programa, financiado por Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, han revelado que el cuerpo principal de este glaciar presentaba en el último año hidrológico (2012-2013) una superficie de 25,32 hectáreas, casi la mitad que en 1991, cuando ocupaba 50 hectáreas.
Además, esta tendencia regresiva del glaciar es más acusada en los últimos años, ya que se ha comprobado que sólo desde 2010 el glaciar ha perdido el 8 % de su superficie.
Indicadores del cambio climático
El glaciar de la Maladeta, controlado desde 1991 por su situación en el macizo Aneto-Maladeta, el más “simbólico” de los Pirineos, por su altitud, conservación y pequeña extensión, “es un indicador excelente del cambio climático”, ha afirmado en una entrevista con EFEverde Guillermo Cobos, corresponsal en España del World Glacier Monitoring Service (WGMS).
Cobos ha explicado que los trabajos del ERHIN han evidenciado que en los últimos 50 años “se ha producido un incremento de temperatura de dos grados en la zona de los glaciares”, lo que ha acentuado su continua regresión.
No obstante, según este experto, la temperatura no es el único factor que interviene en su evolución, y “la irregularidad de los otros factores, como los años hidrológicos y las precipitaciones” no permiten un “pronóstico a futuro” sobre su extinción.
Y es que también las precipitaciones tienen “una incidencia directa sobre estas masas de hielo”, cuya influencia ralentiza su regresión, ha indicado Cobos, en especial las precipitaciones en forma de nieve tardía que tienen lugar durante la primavera o el verano, que sirven de pantalla protectora del hielo.
El último año hidrológico, que terminó el pasado 30 de septiembre, “rompió” la tendencia negativa de los últimos años y presentó “un balance positivo”, con un aumento de 390 mm de agua (en forma de hielo). “Esto no quiere decir que ahora vayan a comenzar a recuperarse”, ha advertido Cobos, puesto que es sólo un “hecho puntual” que demuestra la irregularidad, pero “no significa nada a nivel global”.
Una pérdida progresiva de la masa de hielo
La tendencia acumulada muestra que, desde 1994, la Maladeta ha perdido 16 metros de espesor como media, aunque en su parte baja, la que más rápido pierde hielo, ha perdido un espesor de 35 metros, equivalente a un edificio de 12 plantas.
“Es importante tener en cuenta que las zonas bajas pierden hielo más rápido que la zona alta, con más masa, más ombría y protegida, que conserva hielo prácticamente hasta su extinción”, ha asegurado.
Los glaciares españoles, los más meridionales, son los más sensibles a los cambios climáticos y serán los primeros que se extingan, ha explicado Cobos, aunque “no puede predecirse cuándo”.
La brevedad de la serie estudiada, la baja disponibilidad de datos meteorológicos, así como la relativa aplicabilidad de los datos de temperatura y pluviometría, hace imposible un “pronóstico científico” para el fin de los glaciares españoles, ha concluido. EFE