Una marea de lodos tóxicos procedente de una fábrica de aluminio arrasó unas 4.000 hectáreas en las localidades de Devecser, Kolontár y Somlóvásárhely en octubre de 2010.
En el incidente, 10 personas murieron, 125 sufrieron heridas y los daños económicos rondaron los 200 millones de euros.
Para dejar atrás la mayor catástrofe ambiental que ha sufrido Hungría, Devecser optó por reinventarse como una localidad ecológica, invirtiendo en energías renovables.
“Nadie esperaba que una localidad afectada por el vertido evolucionara hacia la energía verde y la producción ecológica”, ha comentado a Efe el alcalde de Devecser, Tamás Toldi.
La primera fase de esta reconversión fue limpiar el terreno, para lo que hubo que retirar la capa superior de la tierra contaminada por el barro tóxico.
El municipio compró varias parcelas para plantar una variante de álamo que se emplea para generar biomasa como fuente de energía.
Gracias al combustible que producen las 30 hectáreas de plantaciones “la calefacción de varias instituciones de Devecser ya no significan un gasto para la localidad, ¿Por qué pagar por una fuente de energía, como el gas, que llega del Cáucaso? Lo hacemos localmente” ha explicado Toldi.
Además, parte de los terrenos que quedaron inundados por el lodo e inservibles para la agricultura acogen ahora un parque empresarial que ofrece naves y locales a buen precio.
Esta transformación “verde” de Devecser ha costado 122 millones de euros, que se ha financiado con fondos estatales y con 6,5 millones de euros provenientes de donaciones para un fondo de reconstrucción.
Entre las ciudades de Devecser y Kolontár se han construido 87 casas para los afectados por el vertido, cuyos inmuebles tuvieron que ser demolidos después de la catástrofe.
Otra de las iniciativas ha sido buscar energía en el subsuelo de la ciudad, mediante una pequeña planta con pozos de extracción geotérmica.
Además, a tres kilómetros de Devecser, en una zona que no quedó contaminada, se ha creado una plantación con manzanos silvestres, que apenas necesitan ser fumigados, por lo que sus frutos son más naturales.
Las manzanas se deshidratan en una pequeña factoría que se nutre de la energía solar para su funcionamiento y luego son vendidas en los mercados locales.
En total, la apuesta por las energías renovables ha creado 200 puestos de trabajo tanto de reconstrucción como de la actividad en las plantaciones y en la recolección y producción de biomasa, en un pueblo de 5.000 habitantes, de los que se han beneficiado principalmente vecinos sin formación.
No obstante, la apuesta ecológica de Devecser también tiene críticos, como Róbert Fidrich, de la filial húngara de la ONG ecologista “Amigos de la Tierra”, quien aseguró a Efe que ve con ciertas reservas el uso de la biomasa. Fidrich ha reconocido de todas formas que la situación de la ciudad es ahora “un poco mejor”, ya que “no se compite con las plantaciones con fines alimentarios”.
Fuente: EFE VERDE