Las primeras tormentas
«Se debería retomar el objetivo de una ley propia sobre mitigación y adaptación» al cambio climático, sostiene el autor
ANTXON OLABE
“Olas enormes arrasan la costa vasca”. Así titulaba este diario la foto de su portada el pasado 3 de febrero. Costará olvidar las imágenes que el mar dejó ese fin de semana en el País Vasco. Los comentarios eran unánimes: “Jamás hemos visto nada igual”. La prensa local en Gipuzkoa hablaba detsunami. Los destrozos eran cuantiosos… Es de rigor decir que ningún evento aislado puede asociarse directamente al cambio climático.
Ahora bien, hay que insistir en que la ciencia del clima lleva advirtiendo desde hace años que van a aumentar la intensidad y la frecuencia de este tipo de eventos. En ese sentido, el lector me va a permitir acudir a una cita propia. En el año 2009, en el Diagnóstico Estratégico de Gipuzkoa, en el marco de los trabajos de reflexión a largo plazo Gipuzkoa+20 para la Diputación Foral, se decía lo siguiente: “Según los estudios realizados por el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (organismo de referencia en ese tema en España), el rebase del oleaje sobre la coronación de las obras marítimas es muy posible que aumente entre el 75% y el 100%.
En consecuencia, en el Cantábrico se prevé la necesidad de incrementar la altura de las infraestructuras marítimas entre un 25% y un 50% respecto a las actuales”. La orientación norte-noroeste y el régimen hidrodinámico prevaleciente del litoral hacen que esté muy expuesto al fuerte oleaje de las ciclogénesis. La alteración del clima ya ha provocado un incremento de la temperatura media de la atmósfera de 0.85 Cº; una importante regresión en los glaciares de montaña; ha afectado a la disponibilidad de agua dulce en numerosas regiones del planeta; ha comenzado a alterar las zonas climáticas; ha causado en todo el mundo un incremento de eventos extremos como olas de calor, sequías, huracanes e incendios; una drástica disminución de la extensión de hielo del Ártico durante los meses de verano; ha degradado la calidad de los ecosistemas de coral; ha aumentado el nivel medio del mar en 19 centímetros; ha generado una fuerte presión adicional sobre la biodiversidad, etc. Adaptarse al cambio climático es, sin duda, una tarea estratégica de país, inaplazable.
El Gobierno vasco habría de preparar, en el marco del Plan Territorial Sectorial de Protección y Ordenación del Litoral aprobado en 2007, un programa integral de adaptación de la franja costera con un horizonte temporal a 2050. Un programa que contemple en varias fases la inversión de cientos de millones de euros en protección del litoral para evitar daños en el futuro por valor de miles de millones. La adaptación del País Vasco al cambio climático es lo suficientemente importante como para abordarla en el marco de un debate político del Parlamento. Se debería retomar el objetivo de una ley propia sobre mitigación y adaptación. Ya hay una preparada por el anterior equipo de gobierno —no se llegó a aprobar por problemas de calendario legislativo— y el actual acuerdo PNV-PSE la podría rescatar. Algunos creían que los impactos de la alteración del clima sólo ocurrirían en países lejanos y este fin de semana han despertado a la realidad. Las primeras tormentas del cambio climático ya están aquí.