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La Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20) que acogerá Lima del 1 al 12 de diciembre ha despertado expectativas y alimentado la esperanza de pueda concluir un borrador sobre nuevos compromisos de reducción de gases de efecto invernadero para sustituir al protocolo de Kioto.

Sin embargo, algunos países importantes en materia ambiental como India presentan datos nada halagüeños, ya que es el cuarto mayor emisor de CO2 a la atmósfera tras China, Estados Unidos y la UE, con un 7 % del total de emisiones contaminantes en el planeta, y el que más creció en este ránking negativo, más del 5 % en el último año.

El gigante asiático lidera el ránking mundial de enfermedades respiratorias como el asma, que cuestan la vida en el país cada año a casi un millón de personas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.

Incluso su mítico río sagrado, el Ganges, que el nuevo Gobierno de Narendra Modi ha prometido limpiar con uno de los programas estrella de su mandato, corre el riesgo de ir desapareciendo poco a poco sumido en la suciedad, según ha alertado la autoridad pública encargada de protegerlo (NGRBA).

Modi llegó al poder en mayo con una agenda enfocada en el crecimiento económico sin olvidar el desarrollo sostenible, pero los primeros proyectos aprobados por su Ministerio de Medio Ambiente se centraron en minería o carreteras más que en energías alternativas.

Esa posición que contrasta con la de Estados Unidos y China, las dos primeras economías del mundo, que han alcanzado este mes un acuerdo histórico para reducir sus emisiones hasta en un 28 % en 2025 en el caso de Washington y por parte de Pekín para que un 20 % de su energía sea limpia a partir de 2030.

Uno de los caballos de batalla del país asiático ha sido el Plan Nacional de Acción contra el Cambio Climático, que fija como objetivo que en 2020 las energías limpias representen el 15 % de la electricidad generada, aunque hasta ahora apenas se ha logrado llegar al 10 %.

“Todo va más despacio de lo esperado”, asegura a Efe Prasad Chellamuthu, director del Instituto Indio de Energía, para quien “las previsiones sobre desarrollo de energías renovables como la solar o la eólica no se corresponden con la realidad”.

El director advierte de que “no se están desarrollando como dicen los planes y se sigue dependiendo en gran medida del carbón -autóctono-, además de apostar por el uranio -importado-”, porque pese a los anuncios del Gobierno, prima la economía.

Uno de los planes estrellas de Modi para atraer inversores, “Make in India”, muestra el enorme potencial del gigante asiático en energías limpias: el objetivo es alcanzar los 55 gigavatios al término de 2017 mediante, por este orden, aerogeneradores, placas solares, plantas de biomasa y pequeñas centrales hidroeléctricas.

Sin embargo, un portavoz de Greenpeace en la India, Neam Bakaresh, manifiesta a Efe que estas previsiones “son demasiado ambiciosas” y las espectativas de que se cumplan en los plazos previstos “no están tan claras” si prevalece el crecimiento económico sobre la conservación del ecosistema.

Bakaresh se pregunta qué hará su país si en un futuro empiezan a escasear reservas como las de carbón, del que ahora procede la mitad de la electricidad, sin haber desarrollado antes fuentes de energía alternativas “y con menores costes”.

Extraído de EFEverde.

 

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