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Foto: Natalia Queirolo

El año pasado, en diciembre del 2o14, The Nature Conservancy, con el apoyo de USAID, nos invitó junto con un grupo de periodistas ambientales a conocer cómo varias comunidades de Tarapoto están tratando de mejorar sus prácticas, desarrollar cultivos más sostenibles y dejar de talar sus árboles para ponerle freno al cambio climático.

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Foto: Natalia Queirolo

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Foto: Natalia Queirolo

La deforestación, además de ser el segundo factor más agravante del cambio climático en Latinoamérica, tras el humo de los coches y la industria, es la práctica más frecuente de los pobladores de la zona, con cerca de 27.000 hectáreas menos de bosque cada año debido al cambio de uso del suelo. La zona más afectada del Perú.

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Foto: Natalia Queirolo

El tema es que no lo hacen para conseguir  madera, en la mayoría de los casos, sino para plantar nuevos cultivos de café, u otros, en tierras fértiles. El café solo puede ser sembrado en una misma tierra dos veces. Luego esta se vuelve ácida y el grano se reduce o empeora su calidad. Es así como, por muchos años, se ha estado talando miles de árboles para conseguir nuevas tierras fértiles en vez de volver fértiles aquellas que ya no lo son. Y usar el mismo espacio.

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Foto: Natalia Queirolo

Avances del Gobierno y TNC

Como estrategia del gobierno, en 1978, se creó la norma de comunidades nativas la cual otorgaba a las comunidades nativas el terreno donde estaban asentadas como propiedad y sesión en uso para que las protejan, conserven y cuiden. Es así como la mayoría de nuestra selva es propiedad de alguien, muchos o pocos.

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Foto: Natalia Queirolo

Hoy en día existe el Programa Nacional de Conservación para Mitigar el Cambio Climático,  el cual aspira proteger 54 millones de hectáreas de bosque -de las 73 que posee Perú- para 2020.

“Ya hemos firmado acuerdos con seis comunidades nativas, por cada hectárea de bosque que conserven recibirán 10 soles al año, de manera que una que tenga 4.000 hectáreas recibirá 40.000 soles durante los próximos cinco años”, cuenta Karla Mendoza, coordinadora del programa en San Martín.

Es lo que TNC y CEDISA denominan el “Plan de Vida”: una de hoja de ruta a 50 años para que la conservación se convierta en la llave del desarrollo sostenible de las comunidades nativas.

 

 

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