En Huánuco, precisamente en la Comunidad Campesina de Tinyahuaín, se cultivan productos como papa, maíz, alverja y diversas hortalizas. Pero no siempre fue así. José Luis Natividad, campesino de la zona, cuenta que antes apenas se sembraba uno o dos productos, sin embargo –gracias a capacitaciones e intercambio de experiencias– aprendió que no solo puede cultivar otros productos, sino que además con ellos puede lograr ingresos económicos o aprovecharlos para consumo propio.
José, uno de los beneficiados por el proyecto ABISA (Agrobiodiversidad y Soberanía Alimentaria), cuenta que aprendió a usar el agua de manera más eficiente y a valorar el fertilizante natural que puede consumir de los propios animales que cría, como el cuy.
Según Hernán Guerra del Instituto de Desarrollo y Medio Ambiente (IDMA), los campesinos de Tinyahuaín aparte de diversificar su producción, han logrado además valorar más sus propios productos para consumo propio, reconociendo los valores nutritivos. Es decir, están ejerciendo su soberanía alimentaria.
Por su parte, Alejandro Casas, doctor en Ecología de la Universidad Autónoma de México, reconoce que tanto su país como el Perú resaltan por su importancia como centros de origen de diversos cultivos y por ello se debe poner énfasis en temas como la agrobiodiversidad.
“La agrobiodiversidad es un seguro hacia el futuro para la alimentación de los seres humanos. Ante todas las eventualidades, no solo climáticas, sino de otra índole, la agrobiodiversidad constituye una posibilidad de enfrentar esos retos de nuevos contextos que se van a presentar en las nuevas décadas”, explicó el académico.
Dato:
El proyecto ABISA busca contribuir a la conservación de la agrobiodiversidad y a la promoción de soberanía alimentaria de comunidades campesinas e indígenas, a partir de actividades de campo e incidencia en Cusco, Huánuco, Loreto y Lima. Asimismo, busca promover la gestión sostenible de zonas de agrobiodiversidad y el ejercicio del Derecho Humano a la Alimentación Adecuada (DHAA).