El martes pasado, 17 de septiembre, se dio a conocer la publicación Directrices sobre el cambio climático para los gestores forestales, un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que aborda el impacto del cambio climático en los bosques y plantea formas de adaptación.
Para la institución, ajustar las estrategias de gestión forestal hoy será más económico que compensar los daños causados por el cambio climático en los ecosistemas forestales en el futuro.
Esto se debe a que las consecuencias en la biodiversidad, la disponibilidad del agua y la protección del suelo tendrán un impacto negativo en las vidas de millones de personas que dependen de los bosques para subsistir, ya sea porque son su principal fuente de alimentos o porque sus actividades económicas dependen de lo que el bosque provee.
¿Cómo los bosques se ven afectados por el cambio climático?
El impacto del cambio climático en los bosques varía de un lugar del planeta a otro. En África, por ejemplo, las graves sequías de los últimos años amenazan el acceso a recursos hídricos. En América Latina, el aumento de temperaturas, sumado a las escasas precipitaciones han provocado la aparición de una mayor cantidad de incendios forestales.
Por otro lado, la aparición de condiciones favorables para que una plaga se desarrolle puede ser consecuencia del cambio climático. El impacto de estas plagas en la salud de los bosques puede ser considerable. Es el caso del escarabajo del pino de montaña, que ha provocado la muerte prematura de millones de árboles en Canadá.
¿Qué es el manejo forestal?
Es la forma como propietarios forestales privados, empresas forestales privadas, organismos del sector público, grupos indígenas u organizaciones forestales comunitarias adoptan medidas administrativas, económicas, jurídicas, sociales y técnicas para el manejo de los bosques.
Estos actores pueden actuar simultáneamente desde distintos frentes. Por ejemplo, para el cuidado de la disponibilidad del agua se sugiere seleccionar las especies y variedades para la forestación y reforestación resistentes a la sequía. En esta tarea deberían estar involucrados los gestores forestales, el estado y organizaciones de investigación.
En vista de que los bosques constituyen no sólo un medio de subsistencia para muchas personas sino también son responsables de la absorción de grandes cantidades de CO2 de la atmósfera, los gestores forestales pueden contribuir con la disminución de la velocidad del cambio climático.
El documento está disponible en el siguiente enlace: http://www.fao.org/docrep/018/i3383s/i3383s.pdf