El 2010 el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT) definió el reciclaje como «La extracción, procesamiento y transformación de materiales de desecho y su transferencia a la cadena de valor industrial, donde se utilizan para fabricación nueva». En tales circunstancias, éste forma parte de la cadena de valor industrial. Los materiales de entrada se extraen del flujo de desechos, en lugar de ser extraídos o cosechados. Los materiales son procesados mecánica, térmica y químicamente para cumplir con las especificaciones industriales, y venderse a los productores, generando un comercio de mercancías; convirtiéndose así en un núcleo, mas no en un servicio público.

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Bajo el concepto de núcleo, y para entender la dinámica del reciclaje, es bueno conocer: ¿Qué es la valorización?, ¿Qué se está negociando?, ¿Quién está invirtiendo?, ¿Quién está recibiendo el ingreso?, ¿Existe la inclusión financiera?; para finalmente responder: ¿Los miembros de la sociedad van a potenciar o anular los esfuerzos del sector privado? Lamentablemente, en nuestro país estas preguntas aún no tienen respuesta.

¿HAY VISIÓN EMPRESARIAL?
Es innegable que el reciclaje en nuestro país está creciendo, pero ¿a todo nivel? Hoy en día, el reciclaje (incluida la gestión de los orgánicos) es visto como parte de cualquier sistema de residuos sólidos moderno; donde algunas autoridades quieren mejorar el sistema para obtener resultados favorables para el ambiente. Algunos buscan ganar ingresos por los materiales para compensar costos, otros compensar el aumento de costos por disposición final y recolección selectiva municipal. El resultado es una re-concepción casi completa de la función de recuperación en la gestión de residuos, colocando innecesariamente, a las autoridades locales, en competencia con los recicladores, formales e informales.

Hoy en día los municipios no saben cómo recolectar, procesar, almacenar o comercializar materiales valiosos. Algunas autoridades no entienden las especificaciones. No ha sido desarrollada una visión empresarial entre los actores de la pirámide del reciclaje. Si analizamos el interior de un municipio, encontraremos falta de legitimidad dentro de la cadena de suministro de reciclaje privado, con ingenieros que no comprenden la lógica, la economía a escala comercial, o de aspectos de diseño del reciclado eficiente. Obteniendo como resultado que los sistemas de reciclaje formal están sobre-capitalizados, y por debajo del rendimiento.

Sabiendo que el reciclaje privado beneficia al sistema integral, se podría afirmar que: (1) Los materiales reciclados por el sector privado no tienen que ser «manejados» por el gobierno municipal. (2) El reciclaje de estos materiales es una forma de subsidio, que el sector privado -pero aún informal- ofrece, de forma gratuita, a las autoridades de la ciudad y los ciudadanos. (3) Ciudades que criminalizan el reciclaje privado están haciéndose daño a sí mismas, a sus ciudadanos y a su entorno. (4) Antes de la modernización, los recicladores informales son responsables de desviar hasta un 20% de todos los residuos sin costo alguno para la ciudad.

Por las razones expuestas se pueden identificar beneficios ambientales y económicos: La actividad del reciclaje privado tiene impactos ambientales, positivos y significativos, o «externalidades», desviando materiales de desecho que afectarían el suelo, el agua o el aire; así, las ciudades se benefician por un servicio que no pagan. Pero nos olvidamos que existen recicladores informales que hacen el trabajo en malas condiciones y sin equipamiento, y que llegan a subsidiar la protección ambiental con su salud y futuro personal.

A partir de la implementación de la Ley N° 27419, el sistema ha intentado ordenarse, pero falta mucho por hacer, porque aún la recolección selectiva depende de la valorización y comercialización de los materiales encontrados en los residuos, aún la política ambiental impulsa a las ciudades para gestionar los residuos antes que para educar que tienda hacia un consumo responsable. Si nos preguntamos cuáles son las razones para que una ciudad recicle, las respuestas van por: para que el costo del sistema sea menor, para conservar los recursos, para ganar dinero a partir de materiales de comercio; es decir, dos razones para cooperar, y una para competir.

Actualmente, el reciclaje depende del acceso, «si usted no puede conseguir los materiales, no hay nada que negociar», incluso conseguir los materiales se etiqueta como robo, eso es peligroso; el tratamiento de los materiales requiere espacio e infraestructura, y por supuesto, las ciudades controlan los tres: el acceso, el espacio y la infraestructura.

Constantemente, en el claustro académico, escucho la siguiente consulta: «¿Los recicladores pueden ayudar a alcanzar las metas que el MINAM traza anualmente?», la respuesta es sí. Por ejemplo, dentro de la Unión Europea se plantean requisitos ambientales para la recuperación, las ciudades tienen objetivos de reciclaje y compostaje duros, si no llegan a ellos, las multas son € 30/día (Bulgaria). Los recicladores formales de nuestro país podrían estar alcanzando estos objetivos, pero solo puede haber un seguimiento y ajuste adecuados en las políticas y planes ambientales, si se cuentan las toneladas recuperadas por ellos.

Para que este proceso funcione se deben documentar las cantidades, porque actualmente el reciclaje privado empresarial es negocio secreto. Los recolectores tienen razón en preocuparse de dar información de tonelaje a sus ciudades, porque esa información da poder, y convence a la ciudadanía de que tienen que cooperar con los recolectores. La cooperación es esencial, porque las ciudades no saben cómo negociar.

Hoy en día, hablamos de reciclaje inclusivo, donde la competencia privada complementa a la pública; donde el sector informal lo sabe todo sobre el reciclaje en la ciudad, pero no entiende cómo ascender y formalizar. Por ello, postulo la necesidad de un reciclaje profesional, bien diseñado, con planificación e inversión en capital, equipo, operaciones y comunicación. El mercado del reciclaje es globalizado, los precios se fijan a nivel mundial (son publicados para metales y papel), los precios suben y bajan muy rápidamente, las fortunas se pueden perder en un día. Es un hecho conocido que Asia tiene una concentración global de los mercados de plásticos, papel, metales. Visto desde el interior de la pirámide del reciclaje, los compradores odian las pequeñas cantidades, debido a que los costos de transacción son relativamente altos. El precio por kilo es mayor cuando se tiene más para vender (curva de demanda inversa), por ello almacenar los materiales aporta un valor añadido, porque los mercados locales no son necesariamente buenos, o incluso razonables. Ante ello es necesario tener muy buena información acerca de su propia estructura de costos, especialmente los costos de transporte, el costo real del transporte a los mercados está estrechamente relacionado con la densidad de los materiales, y el costo del combustible es el segundo factor importante.

UN MODELO DE SOLUCIÓN
Creo que modelos como el de «copa», típico de los plásticos, genera suficiente oferta y demanda, pero presenta una falla en la recolección y proceso, se inunda el mercado: Las ciudades son un éxito con la recolección en los primeros meses, después de la introducción de la separación en origen, en los municipios o las grandes ciudades. Pero los mercados no están listos para tomar los materiales; por ello terminan fracasando, y además, debemos mencionar, que los sistemas de recolección producen materiales que no cumplen con las especificaciones de los mercados.

Tras esto, planteo como medidas de solución: Invertir en procesamiento intermedio, para actualizar los materiales del flujo de residuos, para satisfacer la demanda industrial, introducir la separación en origen en fases, y asegurar suficiente espacio de almacenamiento hasta que se desarrollan los mercados; y consultar con los mercados y hacer que participen en el diseño con enfoque de recolección.

 

Autor:

Msc. Ing. Alberto Huiman Cruz

Gerente General de Peru waste Innovation S.A.C., la empresa social del Grupo Ciudad Saludable

Calificado como Experto Internacional de Residuos, por la International Solid Waste Association (ISWA).

Becario para especializarse en residuos sólidos por: (1) Singapore Cooperation Programme – Singapur, (2) NUFFIC para realizar estudios en UNESCO – Holanda, y (3) Banco Interamericano de Desarrollo para estudiar en el Tecnológico de Monterrey – México.

Panelista en el ISWA World Solid Waste Congress 2014, de Sao Paulo – Brasil; y del ISWA World Solid Waste Congress 2012, de Florencia – Italia.

Expositor, representando al Perú, en tema de residuos sólidos en Colombia y Argentina.

Mejor Trabajo Presentado para la modalidad Oral del 5° Congreso Interamericano de Residuos Sólidos 2013 de Lima – Perú.

Sobre nuestra institución:

Peru Waste Innovation S.A.C. (PWI S.A.C.) es un emprendimiento empresarial, que junto a Healthy Cities International con sede en New York, y la ONG Ciudad Saludable conforman el Grupo Ciudad Saludable; instituciones que desde hace doce años, abarcan todos los aspectos del Desarrollo Sostenible: social, político, económico y ambiental.

Actualmente, PWI S.A.C. es la empresa líder en Consultorías en proyectos de residuos sólidos, y sistemas integrales de gestión y manejo adecuado del agua potable y aguas residuales; contando con un sello de garantía en la implementación y gestión de los servicios ambientales.

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