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Escrito por: Ing. Jorge Gutiérrez Muñoz
Tierra Nuestra

El automóvil es considerado como uno de los inventos que más ha cambiado la vida de las personas y, por ende, de las sociedades. Todo empezó a inicios de los años noventa, cuando Henry Ford creó un proceso para fabricarlos en masa (línea de montaje), abaratando el costo de construcción y haciendo que estas extraordinarias máquinas, estuvieron al alcance del ciudadano común. Esta de más decir que en diferentes partes del mundo copiaron la “línea de montaje”, mejorándola y haciéndola más eficiente.

En la actualidad, las modernas y robóticas fábricas como las de KIA, en Estados Unidos, producen 5400 autos por día; en China, producen más de 1 millón por día; y para no marearlos con tantos números, en el mundo se fabrican alrededor de 70 autos por minuto ó 36 792 000 autos por año. Es decir 1.2 veces la población de Perú anualmente.

En Lima, año tras año aumenta el parque automotor. En 2009, era de 900 mil vehículos y se prevé que para fines de este año llegue a más de 1.3 millones. La contaminación que producen todos estos autos depende de varios factores.

Siempre destacan el tiempo de fabricación, pero también depende de su mantenimiento, el tipo de combustible, aceite lubricante y, sobre todo, la frecuencia y eficiencia de su uso. El resultado final es la emisión de partículas finas y extrafinas que contaminan grandes volúmenes de aire urbano, haciéndolo nocivo para los seres humanos.

La eficiencia, frecuencia y mantenimiento  de su uso son los únicos factores de los cuales pueden atribuirse directamente al dueño del vehículo. Para los demás, los conductores tendrían que evaluarlo personalmente.

Pensemos durante unos minutos e imaginemos el consumo de un auto diariamente: mucho combustible, aceite lubricante, pastillas de freno, llantas -que trasladan a pocas personas-, y un muy ineficiente uso de las máquinas que han cambiado al mundo y que a la vez, avivan la individualidad de las personas, alejándolas de la consideración al prójimo, del medio ambiente y la participación de la vida en comunidad.

Comprar y usar un automóvil propio no está prohibido porque es parte de la libertad de poseer propiedad privada. Esta libertad es uno de los factores a considerar en el gran problema de carácter mundial que es la contaminación del aire de las ciudades, el cual está clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como factor cancerígeno, y causante de más de 7 millones de muertes anuales en el mundo.

Entonces, ¿cuál podría ser la principal motivación para el uso racional de los autos?  El conocimiento exacto de que en el Perú, su uso indiscriminado esta enfermando y causando -indirectamente- 47 mil nuevos casos de cáncer; y que también, fortalecer los valores familiares nos hará más considerados y respetuosos con el prójimo, mitigando la natural tendencia a la individualidad del ciudadano.

Dejar de usar nuestro auto un día nos ayuda a recordar los resultados del uso de nuestra libertad y  ya que por ahora no hay solución, deberíamos tender a compensar esta contaminación diaria del aire con otra actividad que la mitigue constantemente, como es el caso de limpiar el aire urbano y de interiores, como ya se está haciendo en nuestra ciudad, pues a todas luces nuestra salud y supervivencia  lo merecen, y el medio ambiente también.

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