En las faldas del Chimborazo en Ecuador hay condiciones óptimas para la agricultura, tierra fértil en abundancia y una cultura agrícola que emplea poco o nada de químicos.
Esto es ideal para la papa nativa, para el olluco y la oca. Debido a sus sabores, se han convertido en unos de los principales productos que se abren camino hacia los mercados internacionales para la comida gourmet.
Sin embargo, las actividades agrícolas en esta zona tienen que afrontar temperaturas altas durante el día y las heladas en las noches. La semilla corre peligro, y de ella depende el éxito de la siembra.
Para contrarrestar esa amenaza, los productores de los tubérculos, como hace cientos de años, han vuelto a construir fardos de paja con ichu de los páramos, para proteger las semillas y lograr buenas cosechas.
Con esta práctica ancestral, han podido seguir con sus actividades pese a los cambios bruscos de temperatura generadas por el cambio climático.