Por Pablo Peña / Programa de Conservación y Programa Forestal de la SPDA
@pablopenaa

Los bosques tienen un lugar central en los esfuerzos para mitigar el cambio climático y adaptarnos a él. No sólo porque en ellos hay almacenadas millones de toneladas de carbono que de otra manera estarían en la atmósfera calentando más el planeta, sino porque mantenerlos en pie nos permitirá adaptarnos mejor a escenarios con escasez de agua o incremento sustancial de efectos catastróficos como precipitaciones acompañadas de deslizamientos.


La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto dieron un lugar interesante a los bosques en el contexto del cambio climático. La Convención Marco, por ejemplo, establecía un mandato común a todos países para promover y ayudar a conservar los bosques como sumideros y depósitos de carbono.[1] El Protocolo de Kioto, por su lado, estableció metas específicas de reducción de emisiones a países desarrollados y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) como una opción para lograrlo. El MDL permitía que los países desarrollados compensen parte de sus emisiones comprando créditos de carbono provenientes de proyectos sostenibles en países en vías de desarrollo. Los proyectos podían ser en distintos sectores, como energía y residuos sólidos, pero también en reforestación. A pesar de su relativo fracaso, el sistema estaba pensado como un ganar-ganar en el cual los países en vías de desarrollo sin compromisos vinculantes, como el Perú, podían implementar proyectos más sostenibles, y países desarrollados podían tener más opciones de mitigación que fueran más baratas. En el Perú solo existen 44 proyectos de MDL aprobados, de los cuales solo uno, ubicado en Ucayali, es de reforestación.

Muchos esperan que el próximo “Acuerdo de París”, el instrumento clave de la agenda climática futura, aprenda de estas experiencias y mejore o profundice el rol de los bosques en el cambio climático. El más reciente borrador de este acuerdo, que incluye diferentes alternativas de párrafos, menciona 29 veces a los bosques o a la forestería, 19 veces al mecanismo de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación – REDD+  y 10 veces al “uso del suelo”, término asociado también a la deforestación. No son pocas menciones, sobre todo si lo comparamos con el borrador previo que habían trabajado los co-chairs y que había sido muy criticado por los Estados parte de la Convención Marco por ser desbalanceado y no contener todos los temas discutidos. Sin embargo, la mayoría de las menciones sobre bosques están en frases entre corchetes, lo que significa que aún no son compromisos consensuados.

A pesar de la expectativa de que los bosques aparezcan fuertemente en el “Acuerdo de París”, existe aún duda sobre cuan comprometidos están los países individualmente. Un reciente estudio publicado en Mongabay señalaba, por ejemplo, cómo gigantes forestales como Brasil, Indonesia e India han comunicado INDC, o sus compromisos climáticos, en la jerga de Naciones Unidas, comprometiéndose a acciones bastante más limitadas sobre sus bosques de lo que se necesitaría. Una de las críticas, por ejemplo, es que Brasil se está comprometiendo básicamente a luchar contra las actividades ilegales forestales, pero no a promover menos deforestación por otras actividades que sí son legales. En el otro lado, el estudio muestra que países como la República Democrática del Congo son modelos a seguir porque plantean acciones más claras y detalladas de cómo reducirán la deforestación de sus bosques.

El borrador actual del “Acuerdo de París” plantea diferentes opciones para dar un lugar importante a los bosques alrededor del mecanismo REDD+ como manera de evitar la deforestación y mantener almacenado el carbono forestal. Por ejemplo, hay una opción que plantea reconocer formalmente el funcionamiento de REDD+ basado en los llamados “Acuerdos de Varsovia”, así como un artículo específico para este mecanismo que incluye beneficios que no sean solo relacionados con el carbono, sino asociados a las múltiples funciones de los bosques como el alivio a la pobreza y construir resiliencia de los ecosistemas.[2] Aparece, además, una opción que da un reconocimiento explícito a los bosques y su rol crítico como sumideros y reservas de carbono a través de REDD+. Asimismo, el borrador menciona como una opción que deben priorizarse acciones orientadas a resultados como REDD+, y reglas de contabilidad para este mecanismo. Para quienes deseen ahondar en el tema, el Environmental Defense Fund ha trabajado una matriz con el detalle de todas las menciones a REDD+ y uso del suelo dentro del borrador del Acuerdo de París que pueden encontrar aquí.

Cómo quedarán los bosques en la arquitectura climática internacional dependerá, en parte, del tan esperado “Acuerdo de París” pero, en realidad, será aún más importante lo que cada país esté dispuesto a hacer por ellos. Ahí está la tarea de países forestales como el Perú. Somos nosotros los que definiremos en última instancia el rol que jugarán los bosques en el clima global a través de nuestras decisiones de política interna para darles valor en pie para los millones de ciudadanos que viven de ellos y no a costa de ellos.

[1] Ver artículo 4, inciso 1, literal d.

[2] Ver “Article 3bis”, p. 11.

 

(Foto: Vincent Ma / Flickr bajo licencia Creative Commons)

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