Las más de 10.000 víctimas mortales del tifón Haiyan han irrumpido en el debate internacional sobre el cambio climático con el don macabro de la oportunidad. El golpe más mortífero del ciclón tropical -o tifón, como llaman a estos fenómenos atmosféricos extremos en el Pacífico Norte- ha coincidido con la jornada inaugural de la Cumbre del Clima que tiene lugar en Varsovia (Polonia). Y se ha colado en la agenda de los negociadores de 190 países aumentando la presión sobre el resultado final de la reunión.
Yeb Sano, comisionada filipina para el clima, reclamó a los países desarrollados un compromiso de financiación de las medidas contra el cambio climático y que apoyen a los damnificados por las catástrofes naturales. “Filipinas es el segundo país más vulnerable por el calentamiento global, con 22 tifones anuales de media, algo insostenible que genera daños imposibles de sufragar”, destacó la delegada según Efe.
Con el emotivo alegato de su representante, el Gobierno de Filipinas vinculaba así de manera firme la inacción mundial ante el cambio climático con el poder devastador del tifón que ha atravesado el país. Y situaba en una auténtica olla a presión una cumbre que ahora mismo tiene más de 10.000 muertes sobre la mesa de negociación.
La intervención del representante filipino terminó siendo una llamada de atención a la comunidad internacional para desbloquear el proceso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, embarrancado desde la Cumbre de Copenhague en 2009, la última a la que acudieron líderes mundiales de la talla de Barack Obama, el chino Wen Jiabao o el británico Gordon Brown.
Uno de los retos de esta cumbre, que terminará el 22 de noviembre, es lograr financiación para compensar por los daños que las emisiones de países industrializados provocan en los países en vías de desarrollo.
«Lo que mi país está pasando como resultado de este fenómeno climático extremo es una locura», dijo Sano, «la crisis climática es una locura. Y podemos pararla, aquí mismo, en Varsovia. Por favor, paren esta locura», pidió, según Dpa. «Mi país se niega a aceptar que hagan falta 30 ó 40 conferencias sobre clima para solucionar el problema del cambio climático. Nos negamos a aceptar que nuestra vida transcurra en un huir de las tormentas monzónicas, poner a recaudo a nuestras familias, sufrir destrucción y necesidad y tener que contar a nuestros muertos», sentenció Sano.
Vínculo con el cambio climático:
Al margen del tinte emotivo del representante filipino, a su discurso no le faltan argumentos técnicos. A pesar de que los tifones se quedaron fuera de las grandes conclusiones del último informe científico de las Naciones Unidas sobre cambio climático -presentado en septiembre de 2013-, el documento revela que el calentamiento global provocará que los ciclones tropicales sean cada vez más violentos.
Para el IPCC -el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas-, los datos recogidos durante las últimas décadas indican que el aumento de la temperatura global no provocará más fenómenos meteorológicos extremos como el tifón Haiyan, pero sí hará que sean más potentes y devastadores. Es decir, el número de ciclones que se producirán en el futuro será muy parecido al actual, pero la potencia con la que azotarán las zonas afectadas irá en aumento si no se frenan las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Nos reunimos con el peso de dos realidades sombrías: somos los primeros humanos que respiran 400 partes por millón de CO2 con cada inspiración (…) lo segundo es el devastador impacto del Tifón Haiyan”, dijo Christiana Figueres.
Los expertos subrayan la importancia del calentamiento de los océanos en la formación de los tifones, algo relacionado con las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, pero este no es el único elemento que interviene.
“El mecanismo es complejo, es un puzzle complicado, también entra en juego, por ejemplo, la estabilidad de la atmósfera”, explica Ángel Rivera, meteorólogo del Estado y exportavoz de la Agencia Estatal de Meteorología.
“La intensidad de los ciclones tropicales depende principalmente de dos factores: la temperatura de la superficie del océano y la cizalla vertical del viento (diferencia de intensidad del viento entre niveles bajos y niveles altos de la troposfera). Cuanto mayor es la primera y menor la segunda, más intensos son”, detalla Manuel de Castro, Catedrático de Física de la Atmósfera de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Para este investigador, participante en el último informe científico del IPCC (panel de expertos del cambio climático de la ONU), está claro que el primero de los elementos interviene en la intensificación del calentamiento global proyectado para mitad y final de este siglo.
“Respecto al segundo, se tienen evidencias de que en esa zona del Pacífico occidental hay un efecto asociado a la concentración en el aire de aerosoles (partículas) emitidos en su mayor parte desde el sur de Asia (China principalmente), que tiende debilitar los vientos en altura”, añade.
Los tifones necesitan aguas del mar con temperaturas por encima de 28 grados centígrados. “En los días previos a la formación las aguas llegaron a estar a 31 grados centígrados”, aporta Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. “Es un país que no puede crecer debido a los peligros naturales que le afectan. Está condenado a la pobreza”, añade Olcina.
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