La organización Survival, la única organización que trabaja defendiendo los derechos de los pueblos indígenas tribales en todo el mundo, nos recuerda que existe la monocultura global y que esta erosiona la diversidad cultural, la variedad de festivales y rituales tribales. Los humanos tenemos percepciones diversas y prioridades diferentes, y que elegimos distintos (y exitosos) modos de vida.
Hay rituales que se celebran en honor de las tierras que son el sustento de los pueblos indígenas y tribales y de los espíritus que los protegen. Marcan el paso de las estaciones, la fertilidad de los cultivos y los ciclos de la vida humana. Se utilizan para purificar la tierra, poner al sol en su curso, ayudar a que las nieves se derritan para irrigar los cultivos y hacer que una partida de caza amazónica tenga éxito.
Cuando los pueblos indígenas pierden sus tierras, como viene ocurriendo desde hace siglos, y el cambio climático cambia la biodiversidad que los rodea, pierden sus medios de subsistencia. Pero también pierden la base de su identidad como pueblos y la inspiración para sus festivales.
A continuación una serie de fotos de las tradiciones de estas culturas mágicas con las amenazas industriales que podrían ocasionar su destrucción.
Durante los últimos años, sin embargo, la tribu ha tenido problemas para celebrar Yãkwa debido al declive en la pesca, consecuencia de la deforestación y de la construcción de presas hidroeléctricas. Recientemente la UNESCO ha hecho un llamamiento para que se proteja de forma urgente el ritual Yãkwa, y se ha referido a él como “patrimonio cultural intangible”.
Las mujeres awás decoran a sus esposos con plumas de zopilote, empleando resina de árbol como pegamento, para el viaje hacia los espíritus de la selva.
La selva de los awás está desapareciendo más rápido que la de cualquier otra zona indígena en la Amazonia brasileña. Más del 30% de uno de sus territorios ya ha sido arrasado para dejar paso a las haciendas ganaderas.
En este proceso los awás han sido también testigos del asesinato de sus gentes a manos de los karaís, o no indígenas.
El modo de vida de los dongrias está ahora amenazado por la empresa minera Vedanta Resources, que desde hace tiempo está decidida a extraer la bauxita que se encuentra bajo las colinas de Niyamgiri. La mina a cielo abierto de Vedanta dinamitaría la cumbre de Niyam Dongar, destruiría los bosques de Niyamgiri, perturbaría el curso de los ríos y acabaría con los dongria kondhs como pueblo floreciente y diferenciado.
Foto © Caroline Halley des Fontaines
Grandes extensiones de tierra masái en Tanzania ya han sido ocupadas para la instalación de explotaciones agrícolas privadas, proyectos gubernamentales, parques naturales o concesiones de caza privadas.
“Nuestros antepasados lideraron a nuestro pueblo más allá de los horizontes más lejanos. Su fuerza y poder se ve en nuestras leyendas. No debemos seguir el camino de aquellas razas de hombres que han desaparecido de la faz de la tierra”.
“Nos respalda nuestra cultura, y nuestro coraje, orgullo y noble verdad”.
Lemeikoki Ole Ngiyaa
© Ingetje Tadros / Survival International
Antes de la ceremonia del salto del ganado, las mujeres hamares tocan sus cuernos y gritan burlas a los mauzas, un grupo de hombres que ya ha superado el rito y que luego fustigará a las mujeres. Las hamares estiman las cicatrices que les quedan como prueba de la devoción de sus esposos.
Hoy en día estas tribus están amenazadas por una megapresa hidroeléctrica y la usurpación asociada de tierras para plantaciones. La presa bloqueará la parte suroeste del río impidiendo el ciclo de inundaciones naturales y poniendo en peligro los métodos de cultivo de las tribus, basados en la retirada de las aguas.
© Brent Stirton / www.brentstirton.com
“Había nacido bailarín y tenía un baile para todo”.
Laurens van der Post, extracto de El Mundo Perdido del Kalahari.
Durante la danza del trance bosquimana, los bailarines rodean el fuego, dando palmas y cantando rítmicamente, con los capullos de polilla que llevan atados a los tobillos repiqueteando a cada paso. La euforia inducida por el trance puede generar num, una energía abrasadora.
Desgraciadamente, los bosquimanos del sur de África son uno de los pueblos más castigados de la historia de su región.
Fueron cazadores-recolectores durante milenios, pero cuando se descubrieron diamantes en sus tierras ancestrales de la Reserva de Caza del Kalahari Central (CKGR por sus siglas en inglés), muchos fueron expulsados a la fuerza de sus hogares. Se los condujo a campos de reasentamiento fuera de la reserva, donde abundan la prostitución, la depresión, el alcoholismo y el VIH, problemas con los que nunca antes se habían encontrado.
Cuando los pueblos indígenas y tribales son expulsados de sus hogares, cuando sus tierras son destruidas en nombre del “progreso”, su sufrimiento salta a la vista: el alcoholismo, las enfermedades crónicas, la mortalidad infantil y el desempleo son, con frecuencia, las consecuencias de ser asimilados forzosamente a las sociedades dominantes.
Cuando a los pueblos indígenas y tribales se los arranca de las tierras que inspiran sus canciones, sus bailes, sus mitos y sus memorias, la consecuencia habitual es la depresión profunda. Esas son las piedras de toque creativas mediante las que se identifican: los rituales representan una miríada de imaginativas formas de interpretar la vida. Sin sus hogares, el tejido de su identidad se desmorona.
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