Por Michael Epstein
Fundador de Spondylus,escuela de buceo
Aparte de las olas, el agua (azul, verde o celeste dependiendo de dónde estemos), un pescado en el mar o las peñas de la playa, ¿cuánto conocemos el mundo marino en sus verdaderos confines?
¿Cuántos de nosotros hemos visto cardúmenes de peces “volando en el agua”, lobos de mar jugueteando, peleas colosales entre morenas y pulpos, aves buceando en búsqueda de su presa, un lenguado camuflado entre la arena o tortugas alimentándose en el fondo del arrecife de algas? Muy pocas personas han tenido ese privilegio, solo los buzos, personas que eligieron aventurarse en este mundo paralelo en el que cada centímetro cuadrado está impregnado de vida. Este mundo oculto pero omnipresente es clave de nuestra vida, nos brinda alimento, medio de transporte, aire respirable a través de la fotosíntesis de las algas, recursos energéticos y hasta diversión. El mar no es solo importante para la vida en la tierra. Es fundamental. Sin mar no hay vida. ¿Entonces por qué no lo cuidamos? ¿Por qué está en inminente riesgo?
Bajo el principio de que nadie quiere lo que no conoce ni cuida lo que no quiere, ¿cómo podemos cuidar nuestro mar? Y es que es lo que pasa, no lo estamos cuidando, es una realidad que todos conocemos, y siempre decimos que “es culpa de las autoridades que no hacen nada”.
Pienso que no es solo eso. Es culpa de todos nosotros, que con pequeños actos estamos socavando la riqueza del mar sin darnos cuenta. Una bolsa dejada en la playa, una botella de plástico que se nos cae de un bote, exigir un cebiche de lenguado, un pescador que desecha el aceite de su motor al agua, un arponero que caza pulpos bebé, un motor de lancha descuidado que humea, y por supuesto la presión política de las grandes pesqueras por aumentar sus cuotas para reflejar cada vez mejores resultados económicos son actos que van sumando y sumando para el deterioro del mar. Y así como todos hemos puesto nuestro granito de arena en esta carrera por destruir el mar, ahora nos toca hacer lo correcto, tomar consciencia de que no podemos seguir a este ritmo. Es momento de hacer un cambio importante y desde pequeños actos dar un giro de 180 grados en pro de la conservación y sostenibilidad del océano.
Siempre pienso por qué premiamos ver el animal muerto en vez de vivo. ¿Cuántas veces hemos visto en las redes sociales fotos de arponeros o pescadores deportivos con sus presas grandes o pequeñas en la mano y con miles de los populares “me gusta” y comentarios como qué rico para el sudado, guárdame uno para el cebiche y miles de otras cosas que se nos ocurren cuando vemos un pez muerto. En contraposición, las fotos de peces vivos en su hábitat son muy poco valoradas, y esta es una realidad que he podido comprobar muchísimas veces.
¿Acaso el ‘boom’ gastronómico nos ha hipnotizado a tal nivel que ya todo lo vemos como platillos deliciosos en nuestra boca? La presión que se ha puesto sobre el mar es demasiado grande, es insostenible, y si no estamos pagando el precio de esto actualmente, seguramente lo pagará la próxima generación. Nuestros hijos tendrán que vivir con los recuerdos de lo que fue un mar rico y generoso que no pudo soportar está vorágine alimentaria. Comer es una necesidad básica de todo ser vivo, pero cuidado, podemos terminar comiéndonos todos los recursos si seguimos con un hambre imparable que lleva a muchas personas a exigir platos elaborados con especies altamente amenazadas.
Desde pequeños nos han enseñado que el mar peruano es uno de los más ricos del mundo, que tenemos especies en abundancia y que somos una potencia pesquera mundial, sin embargo, ahora tenemos un mar empobrecido
Si como peruanos no cuidamos nuestro recurso, nadie lo hará por nosotros. Es momento de poner mano dura y exigir un respeto absoluto por los reglamentos. Si eres pescador, no tires tus desechos al mar. Y para todos nosotros: no consumamos especies en veda ni amenazadas o prohibidas, exijamos respetar tallas mínimas, dejemos el plástico en sitios seguros y conozcamos este mundo maravilloso lleno de vida para quererlo y cuidarlo como se merece.
No tendremos una segunda oportunidad. Pronto el daño será irreversible. Comienza a proteger ahora, de lo contrario sólo quedarán recuerdos e historias de lo que fue el mar peruano.
Aprende, conoce, quiere. El planeta te lo agradecerá y las próximas generaciones, mucho más.
(Fotos: Cortesía Spondylus,escuela de buceo)